Oscar, el gato insumergible


Oscar, el gato insumergible 

Durante la II Guerra Mundial un minino blanco y negro, de nombre Oscar, se ganó la merecida fama de ser insumergible. Oscar estaba a bordo del acorazado Bismarck en su viaje inaugural, el 18 de mayo de 1941, que también sería el último: el buque se fue a pique durante una feroz batalla naval el 27 de mayo, en la que perecieron la mayoría de sus 2.200 tripulantes. Sólo sobrevivieron 115 humanos… y un gato.

El destructor británico HMS Cossack estaba buscando supervivientes del naufragio, cuando un miembro de la tripulación escuchó un lastimoso maullido que parecía llegar de una tabla de madera. Aterido de frío y asustado estaba un enorme gato negro con una mancha blanca en el cuello y un collar con su nombre: Oscar. La tripulación adoptó encantada a Oscar, aunque poco duraría aquella amistad.

Con su nuevo nombre y su nueva nacionalidad, el gato empezó a servir en el HMS Cossack al servicio de su Majestad. Pero el Tercer Reich no paga a traidores: en octubre de ese mismo año, apenas seis meses después del primer naufragio, el Cossack fue alcanzado por un torpedo disparado por un submarino alemán U-563 y se fue a pique. El gato Oscar logró subir a un bote salvavidas junto con varios marineros y alcanzar sano y salvo el portaaviones Ark Royal, que paradójicamente, había participado activamente en el hundimiento de su primer barco, el Bismarck. En el ataque fallecieron 159 miembros de la tripulación.

Por aquel entonces, Oscar ya era conocido como “el gato insumergible”… Y todavía tenía que sobrevivir a un tercer naufragio. A principios de noviembre, el portaviones recaló en la base naval de Gibraltar y Oscar tuvo una de las escasas ocasiones de sus no menos de siete vidas de corretear por tierra firme, persiguiendo monos y así.

El capitán del Ark Royal se empeñó en embarcar a Oscar, considerándalo un talismán, cuando ya resultaba evidente que no era otra cosa que un gafe. Dicho y hecho: el 14 de noviembre un torpedo disparado por un submarino alemán U81 alcanzaba y hundía al portaaviones en el Mediterráneo. En esta ocasión, la mayoría de los tripulantes logró sobrevivir, así como el inefable Oscar, convertido ya en mito gatuno tras sobrevivir a tres naufragios en seis meses.

Como premio por esa asombrosa hazaña, el minino fue licenciado y enviado a Irlanda, donde acabó plácidamente sus vidas como mascota de un hogar de marineros retirados en Belfast, rememorando cerca del Atlántico sus batallitas navales.

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